Seguramente estás en esta etapa de la vida en donde debes elegir un colegio. Normalmente cuando iniciamos esa búsqueda tomamos en cuenta diferentes factores, nos enfocamos en aspectos académicos, de infraestructura, de costos, pero hay algo muy importante que no podemos dejar de lado y esto tiene que ver con el entorno saludable que tiene ese colegio. Así que para comprender mejor te diré que un entorno saludable, es aquel en el que: • se promueve la actividad física y • no hay disponibilidad y accesibilidad de alimentos densamente energéticos y bebidas azucaradas Cuándo un entorno no cumple con estas dos características se considera una Entono Obesogénico así lo ha descrito la Organización Mundial de la Salud y esto qué significa? Que, si nuestros pequeños crecen en un entorno así, son más susceptible de tener sobrepeso y obesidad. Según a las últimas encuestas de Salud y Nutrición realizadas por el Instituto de Salud Pública de México se ha confirmado que nuestros niños y adolescente prefieren consumir botanas, dulces, postres y cereales dulces envés de ingerir verduras, frutas, cereales integrales y leguminosas, además el consumo de refresco sigue siendo la bebida preferente para los mexicanos. Entonces si partimos de estos tres aspectos, vayamos a seleccionar un colegio para nuestros hijos, debemos agregar a la lista estos dos factores: Actividad física: Los cambios culturales y tecnológicos, así como el impacto que nos dejó la pandemia y el confinamiento en casa durante los últimos dos años, han tenido efectos significativos sobre los patrones de actividad física de nuestros pequeños. Esto se debe a que dichos cambios han impactado al medio ambiente en el que nos desarrollamos y han conducido gradualmente a una menor necesidad de actividad física, promoviendo así estilos de vida sedentarios y hoy sabemos que la inactividad física o sus niveles bajos, de en intensidad, frecuencia y duración, son un factor que contribuye a la ganancia de peso. Debido a lo anterior, es necesario promover la reducción del tiempo destinado a las actividades que fomenten el sedentarismo, por ejemplo: ver la televisión, jugar videojuegos, pasar tiempo en la computadora o ver videos y películas. En relación con la población infantil, se ha observado que factores como menor espacio físico en los hogares, el transporte motorizado, el aumento en la inseguridad para realizar actividades al aire libre y la contaminación ambiental son factores del entorno que fomentan la inactividad física en esta población, por eso es tan importante que al momento de elegir un colegio, tomemos en cuenta el espacio con el que cuentan para realizar actividad física, así como el tiempo y las actividades diseñadas para activarlos físicamente. Si toamos en cuenta que al menos 8 horas pasaran en los colegios, podríamos buscar aquellos colegios que promuevan la recomendación de la OMS de realizar 60 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa al día. Disponibilidad y accesibilidad a alimentos y bebidas densamente energéticos La densidad energética de un alimento se refiere a la cantidad de energía que proporciona un alimento con respecto a su peso, esta depende de la cantidad de proteínas, hidratos de carbono, lípidos, agua y fibra que contenga dicho alimento. Hoy en día con el nuevo etiquetado nutrimental es muy fácil identificar los productos que son altamente energéticos, ya que tendrán un sello que los identifica como “Alto en Energía”. En el caso de los lípidos o grasas, estos se asocian con una mayor densidad energética debido a que la grasa provee más energía por gramo que los demás nutrimentos (proteínas e hidratos de carbono) y también podemos identificarlos con un sello de “Alto en Grasas” y “Alto en Grasas Trans”. Una densidad energética elevada también está asociada con ganancia de peso, principalmente en un incremento de tejido adiposo, lo cual contribuye al desarrollo del sobrepeso y obesidad. Por tal razón se recomienda limitar el consumo tanto en cantidad como en frecuencia, de alimentos fritos, empanizados o capeados ya que proporcionan energía concentrada y se recomienda limitar la ingesta de bebidas o alimentos con gran cantidad de azúcar. En contraste es altamente recomendable, se sugiere incluir en la dieta alimentos con baja densidad energética como las verduras, las frutas y las leguminosas, ya que son alimentos que contienen agua y fibra. Respecto a las bebidas azucaradas durante los últimos 30 años, se ha observado un marcado aumento en el consumo de refrescos y bebidas azucaradas en todo el mundo, los cuales se han asociado con un mayor riesgo en el aumento de peso, así como de otras enfermedades cardiovasculares, como la diabetes, el síndrome metabólico y la hipertensión y la ingesta de bebidas azucaradas ha sustituido paulatinamente al consumo de leche, provocando una ingesta de calcio menor a lo recomendado. El evitar consumir bebidas azucaradas o refrescos y sustituirlos por agua simple y bebidas no calóricas ha demostrado que previene la ganancia de peso y definitivamente se consideran la mejor opción para rehidratar. Consideremos que nuestros pequeños no tiene la capacidad de adquirir por ellos mismos alimentos no saludables y su consumo queda a expensas de la accesibilidad que tienen. Así que promovamos entornos saludables, tanto en escuelas como en casa. Ellos están en la edad perfecta pata generar hábitos, así que tomemos una decisión firme sobre qué tipo de hábitos queremos inculcar en ellos.

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