MODELOS EDUCATIVOS, ¿CUÁL ES EL IDEAL?

El fin de un ciclo escolar es la pauta para un breve descanso en la formación académica. Luego de la entrega de tareas y trabajos finales, la recepción de las calificaciones, la valoración del aprendizaje, viene el momento de decidir si es la mejor escuela en la que se está formando mi hijo. ¿Son los maestros más preparados? ¿Es la instrucción óptima? Entonces, la elección del camino deberá ser tomada con las pausas necesarias, ya que se marcará la conducta y la estructura de pensamiento para el resto de la vida, hasta que se presenten nuevas oportunidades de cambio. La sugerencia es apreciar los diferentes enfoques que las instituciones ofrecen. No se trata de considerar nada más los servicios: inglés como segunda lengua, talleres artísticos o deportivos, viajes, festivales, intercambios internacionales; también debemos observar el nivel académico de los educadores y su experiencia ante grupo. Sumado a ello, es destacable saber el modelo con que cuenta la institución: conductista, cognoscitivo, constructivo. Antes de exponer algunos aspectos, debemos aclarar que no hay uno que sea mejor al otro, solo son diferente formas de abordar la educación, no son puros, en ocasiones se mezclan dos o los tres, pero también existen instancias que se basan en alguno de ellos. El modelo conductista se centra en el estudio de una conducta observable para controlarla o predecirla. Es decir, se asocia un estímulo a una respuesta inmediata. Si el comportamiento corresponde a lo esperado, entonces tendrá validez y se tiende a reforzarla para que sea sostenida. Para este modelo, la adquisición de nuevas conductas o comportamientos serán esquemas de educación para la inserción social. No es solamente un sistema de premios o recompensas, sino un camino de socialización aceptado de forma positiva e incentivada. Se suman también las reacciones emocionales surgidas en el proceso de enseñanza que, si no son bien encausados, se puede dañar o invalidar al estudiante en su aprendizaje. Es el incremento de información construida de manera progresiva donde los resultados son acordes con las enseñanzas, sin considerar los procesos creativos o de curiosidad de los alumnos. Es viable observar si las acciones de nuestros pequeños tienen un acercamiento con el premio-castigo, y ello nos permitirá encausarle su educación hacia este modelo. Por su parte, el cognoscitivismo es un modelo que permite la percepción de la realidad a través de información novedosa para integrarla al conocimiento previo o generar otro, diseñando nuevas ideas o recreando las existentes. Es decir, es un proceso de aprendizaje que modifica el significado de lo adquirido de forma intencional. El alumno es un sujeto activo que asume el control de los saberes generados, a diferencia del conductivismo, donde es pasivo y no tiene intervención sobre el saber sino en la actitud o el comportamiento. De ahí que se habla de una transición del conductismo, del comportamiento, a la representación mental: desarrollo de la atención, la percepción, la memoria, el pensamiento, el lenguaje. Además, impulsa los procesos psico-motores y las fases pre-operacionales de interacción con la imagen y la palabra. Son conocidas diversas variables como el aprendizaje por descubrimiento, el significativo (que tendrá más validez en el constructivismo), las inteligencias múltiples (lingüística, espacio, musical, movimiento, corporal). El tercer modelo, el aprendizaje constructivista, se basa en la construcción del conocimiento y no en su acumulación (cognoscitivismo) o su reproducción (conductismo). Se enfoca en tareas únicas, particulares, que tendrán relevancia y utilidad (son pragmáticas) en la realidad social. No solo es sumar información o conocimientos, sino crear nuevos saberes y comportamientos a partir de lo aprendido con anterioridad. El estudiante y el proceso entran a situaciones activas, desde edades tempranas se selecciona y transforma el conocimiento y se impulsa la toma de decisiones. Por lo mismo, cada individuo avanza a su propio ritmo, ya que aprende en la medida en la información se va transformando y se le va dando sentido. Es la experiencia la que se va construyendo generando nuevas perspectivas de vida. Este modelo educativo permite la socialización en términos de aprendizajes diversos, supuesto que se estimulan de acuerdo con los contextos de cada alumno, impulsando las potencialidades y optimizando recursos para el desarrollo de la confianza en sus habilidades, destrezas, actitudes y aptitudes, sin dejar de lado el componente afectivo-emocional: su disposición al aprendizaje, las expectativas, el autodescubrimiento y el autoconocimiento. A pesar de que sí existe una evolución de un enfoque a otro, no necesariamente se han descartado. También hay detractores o impulsores. Aquí, la disyuntiva es saber en qué encuadre se siente cómodo el pequeño y como se favorece la socialización dentro de la escuela y en el hogar. Aunque vivimos un modelo educativo nacional, que se va determinando de acuerdo con los planes del gobierno en turno, las instancias educativas encausan sus propias perspectivas conforme a lo que consideren que pueda ser más actual o valioso. Al final, los padres deben tener el derecho de observar el fortalecimiento del conocimiento, habilidades, valores y aptitudes, que el infante va mostrando y, si le son favorables, podrá seguir en ese esquema de enseñanza o, en caso contrario, buscar alternativas. No es una tarea sencilla, pero si es loable. Los colegios tienen un perfil definido, los profesores cuentan con un modelo de enseñanza específico y pequeños estudiantes cuenta con la factibilidad de asumir cualquiera de los enfoques de acuerdo con su edad, nivel de inteligencia, desarrollo motor y control afectivo.

Por Felipe Oliva Maestro en Educación
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